miércoles, 14 de marzo de 2012

Diario HOY


CÁCERES

«Se movía la cama, vibraban los azulejos del baño»

Cristina y Pastora cuentan su historia. La primera se marchó del barrio por el ruido, la segunda, jubilada, se resigna: «Nadie compra un piso en la Madrila»

14.03.12 - 00:16 -

MANUEL M. NÚÑEZ | CÁCERES.

Nerviosismo, taquicardias, cefaleas, insomnio... El relato del juez en su auto no ahorra detalles a la hora de explicar el impacto que ha tenido el ruido en los vecinos de la Madrila. Cita al presidente del colectivo denunciante, Antonio Durán, «atendido de posible crisis de ansiedad». O el de Pastora Vega, para la que conciliar el sueño se convirtió en una aventura imposible. O el de Cristina Moreno. Esta mujer de 41 años tomó una alternativa radical: su salida del barrio. Ignacio, otro vecino de Doctor Fleming, también requirió atención médica. Sus casos han sido determinantes en la resolución judicial. «Muchas veces he pensado en marcharme, ¿pero dónde voy? ¿Quién va a comprar un piso en la Madrila? Nadie», se pregunta y responde a la vez Pastora Vega. Pasar toda una vida en el corazón de la movida cacereña, admite, le ha salido «muy caro».

«Me he gastado mucho dinero. He pagado abogados, la querella, las cuotas de la asociación, el aire acondicionado, las ventanas especiales, hasta un ingeniero que contraté y me cobró bien. Habrán sido más de 6.000 euros. Y los disgustos. Esos no tienen precio», va desgranando Pastora mientras Matilde, que la acompaña en su vivienda, descorre la cortina para que se vea un pequeño patio de tierra junto a la calle: «Eso es un meadero cada fin de semana. Entre el ruido de por la noche y lo que te encuentras por la mañana, orines, cacas y restos de todo tipo, el panorama es penoso», resalta. Ella es una de las querellantes contra hosteleros y miembros del anterior equipo de Gobierno. Dice que Antonio Durán, del colectivo antirruido ha sido fundamental para ella. Las pastillas para dormir que se ha tomado estos años le hacen perder la cuenta. Cristina, que vivía en la calle Niza, ya se ha ido. «Casi se movía la cama y los azulejos del cuarto de baño vibraban. Fui al médico. Tenía que tomar ansiolíticos. Fue duro. Mi marido y yo decidimos irnos», recuerda.

Su vida ha cambiado: «Ahora duermo. No sabía lo que era eso por el ruido de los dos bares que tenía a la puerta de casa». Ambas expresan su alegría por el auto judicial. «Durante años nuestras denuncias se han olvidado», lamenta Cristina.

2 comentarios:

  1. Os lo digo de corazón, ojalá, OJALÁ, el próximo año no venga ningún estudiante a Cáceres para que veáis lo mucho que los necesitáis, por ejemplo, para pagar las líneas de autobús que sin la Línea Campus (que espero no utilicéis porque es para esos universitarios que hacen "caca" en la Madrila, pero que yo nunca he visto)no serían sostenibles. Enhorabuena, después de 4 años estudiando en Cáceres y hablar maravillas de ella, de ahora en adelante animaré a futuros estudiantes a no venir aquí, sino a Badajoz, Sevilla o Salamanca ya que Cáceres no es más que una ciudad geriátrico carente de interés universitario

    ResponderEliminar
  2. Tú, querido amigo, eres el fiel exponente de por qué vendrán cada día menos jóvenes a estudiar a Cáceres, pues eres la prueba evidente del producto universitario que exportamos tras cuatro años de estudios. Te lo digo de corazón y ¡ojalá, OJALÁ! se te arregle la vista, pues si nunca has visto las "cacas" en La Madrila terminarás con carnet de la ONCE.
    S2

    ResponderEliminar