Esta pasada madrugada, mientras deambulaba de habitación en habitación, buscando un rincón donde poder refugiarme del estruendoso ruido procedente de la plaza de Albatros pensaba en lo equivocados que están aquellos que piensan que nuestros jóvenes “tienen hoy un cúmulo de valores nuevos como el aprecio a la libertad” “así como de mayor solidaridad”, como el Catedrático de Antropología Sr. Tomás Calvo, quien afirma tal cosa en estudio cimentado en las preguntas que se le realizaron a 2.500 jóvenes extremeños, es decir, en la estadística.
Esta madrugada, mientras esos jóvenes practicaban “su libertad” con esa extraña forma de divertirse: voceando, gritando, dando patadas a papeleras y vallas, lanzando botellas y vasos, bebiendo alcohol, fumando yerba, meando, vomitando, etc. etc., yo pensaba en si realmente es esta la cultura que nuestra Administración Local pretende exportar para que nuestra ciudad alcance la tan cacareada capitalidad cultural en el 2016.
Tengo entendido que los criterios de selección en la Europa civilizada son otros. Que se prima la excelencia y no la mediocridad. Que se pretende que la capital elegida sea capaz de mantener durante un año la excelencia cultural para toda Europa, y les aseguro que no es ésta la cultura que predomina en el resto de Europa.
Se equivoca el Sr. Tomás Calvo. Un informe basado en lo que 2500 jóvenes puedan decir ante un cuestionario, no tiene nada que ver con lo que desde mis ventanas se ve o con lo que desde mi vivienda se escucha. Mi consejo es que los informes los basen en hechos, en realidades; y que se dejen de mentirnos más y más. Nuestros jóvenes son insolidarios, pues permiten y son los causantes de que un bebé de quince meses no pueda conciliar el sueño un miércoles, un jueves, un viernes y un sábado, en aras a esa mal entendida libertad de la que el Sr. Tomás Calvo nos habla en su estudio.
Son insolidarios por eso y por más cosas, por mucho pañuelo palestino que se enrosquen al cuello. A la fotografía me remito.